“El psicólogo es para locos”. “El psicólogo es para enfermos”. Estas son algunas de las afirmaciones que se escuchan con cierta frecuencia entre las personas acerca del qué hacer del Psicólogo. Quiero referirme sobre el tema con el objetivo de que se conozca la realidad y vamos dejando los mitos que se tejen al respecto.
En cualquier momento podemos tener sentimientos o pensamientos que nos angustian, que nos preocupan, que no nos permiten tener tranquilidad. Podemos experimentar sensaciones, por ejemplo de que no encajamos en nuestro grupo de amigos, en nuestra familia. Tenemos emociones que en ocasiones no sabemos identificar, reconocer y manejar como por ejemplo la culpa, la ansiedad, la tristeza, el enfado, entre otras.
LA PALABRA tiene poder sanador, el expresar lo que somos, lo que sentimos, lo que nos angustia, el comunicar un problema que no sabemos cómo solucionar, lo que creemos que piensan los demás de nosotros, lo que pensamos de los otros, las dificultades que se nos presentan en cualquier área o circunstancia de nuestro día a día se convierte en un facilitador de la salud mental. Cuando hablamos, nos damos la oportunidad de organizar nuestros pensamientos, de hacer consciente asuntos que nos aquejan y de los cuales no nos dábamos cuenta. El psicólogo está preparado para escuchar y hacer algo con eso que escucha.
Es muy importante que se tenga claro que lo que se habla con un psicólogo tiene carácter de extrema confidencialidad es decir, se tiene el mismo sigilo sacerdotal de la confesión; el psicólogo, por ética profesional, no puede contar nada de lo que en consulta se le comente, a excepción de que el mismo paciente lo autorice. El psicólogo no juzga, no critica ni castiga.
El psicólogo no atiende únicamente a los pacientes con algún trastornos. El ideal sería que las personas asistieran cuando las dificultades, las dudas, los temores empiezan a afectar y no cuando ya se generen trastornos. Aprovechemos este espacio que nos ofrece la institución.
Luisa Fernanda Gómez A.
Psicóloga - Ideartes
